10 desfiladeros de España para plantarle cara al vértigo

Julia Campos
Julia Campos

Si el ser humano solo estuviese hecho para andar por llano no se habría inventado el ascensor. La necesidad de descubrimiento, de saber qué hay más allá de nuestro alcance; nos lleva a seguir por caminos que difícilmente se le ocurría tomar a cualquiera. Los desfiladeros de España, estrechos pasos de montaña formados por la erosión fluvial, son de este tipo. Rutas espectaculares que invitan al descubrimiento y, siempre, con la altura como protagonista.

Si el vértigo te aflige puede que no te atraigan demasiado. Pero lo cierto es que estas angostas aberturas forman algunos de los paisajes más espectaculares de nuestra geografía. Hay más de medio centenar de desfiladeros en España; una completa selección de vistas impactantes y fotografías que quitan el hipo.

Gargantas, cañones y hoces, los hay para todos los gustos. Algunos accesibles a cualquiera y otros solo para experimentados senderistas. Hacemos un recorrido por los desfiladeros más impresionantes de España, desde los más conocidos, como el de Tajo de Ronda que es no tan aventurero y que puedes llegar haciendo un circuito por España, a los que aún están por descubrir, para que elijas el que más te conviene para vivir tu aventura.

¿Preparado para plantarle cara al vértigo?

Garganta del Cares (León-Asturias)

Hace años cuando los Picos de Europa eran tierra de pastores y no estaban cruzados por carreteras, la Garganta del Cares era la única vía de comunicación entre los pueblos de Caín (León) y Poncebos (Asturias) durante el invierno.

Hoy este camino lo recorren más turistas que cabreros. La Ruta del Cares es una de las más populares de la península. Y también es bastante accesible a pesar del inmenso desfiladero que atraviesa. Durante unos 12 kilómetros, la senda avanza paralela al río Cares literalmente tallada en la roca, ofreciendo una de las vistas más impresionantes del norte de España. Seguramente por ello también se la conoce como la “Garganta Divina”.

No necesitas una gran experiencia para recorrerla; con las ganas y un buen calzado te sobra. Pero sí debes tener en cuenta que avanza entre acantilados de gran altitud, sin ninguna salida intermedia. La dificultad estriba, por tanto, en que no puedes abandonarla hasta llegar a uno de los pueblos.

La Garganta del Cares atraviesa puentes, grutas y senderos esculpidos en la piedra y es, sin duda, uno de los desfiladeros de España más reconocidos.

El Tajo de ronda (mÁlaga)

El Tajo  es un desfiladero sobre el que se ubica  Ronda. Con una superficie de 48 ha y una garganta excavada por el río Guadalevín de 500 m de longitud y 100 m de profundidad. Su anchura es de 50 m y presenta un gran hueco que se abre hacia «La Caldera». Todo el lugar tiene una fauna y flora típica mediterránea y un paisaje descomunal.

FOZ DE LUMBIER (NAVARRA)

Menos conocida es la Foz de Lumbier, en la Sierra de Leyre (Navarra). Excavada por el río Irati, esta estrecha garganta no es tan alta (tiene unos 200 metros) ni tan larga (apenas un par de kilómetros), pero tiene algo que atrae.

Quizá sea porque discurre por una Reserva Natural, rodeada de agreste vegetación. O por las aves que pueden observarse mientras la recorres, sobre todo rapaces (buitres y alimoches). Sea como sea, lo cierto es que merece la pena dedicar una mañana a disfrutar del camino que transcurre al pie de los acantilados y termina frente al Puente del Diablo.

Si crees que le falta peligro, te contamos que, según la leyenda, el mismo Lucifer ayudó a construir este puente en el siglo XVI. Puedes pasarte por allí a ver si descubres por qué… Si te atreves.

Desfiladero de la Hermida (Cantabria)

Al otro extremo del ranking, el récord de longitud se lo lleva el Desfiladero de la Hermida, en Cantabria. Sus 21 kilómetros acompañando al río Deva lo convierten el más largo de los desfiladeros de España. De altura tampoco anda corto, tiene más de 600 metros de caída.

El desfiladero de la Hermida se encuentra en el macizo de Ándara y es, aún hoy, la única puerta de entrada desde la costa Cantábrica hasta la comarca de Liébana. Ya era famoso en el siglo XIX, cuando multitud de exploradores, escaladores y viajeros lo atravesaban para llegar a los Picos de Europa.

Las angostas paredes impiden que abunde la vegetación; aunque en el fondo del barranco si pueden verse encinas, alcornoques y robles. Lo que sí proliferan son las aves. Allí podrás ver buitres, águilas e, incluso, al emblemático urogallo. No en vano, más de 6.000 hectáreas alrededor del cañón están declaradas ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves).

Una interesante forma de recorrerlo, es realizar la vía ferrata de la Hermida. Adecuada tanto para novatos como para expertos, la vía atraviesa varios puentes tibetanos que la han convertido en una de las más populares del país.

Desfiladero de Mont-Rebei (Lérida)

Entre las comarcas del Pallars Jussà y la Noguera, este desfiladero es uno de los secretos mejor guardados de Lérida. No es para menos pues sus paredes de más de 500 metros (con una anchura que no sobrepasa a veces los 20 metros) rodeadas de naturaleza prácticamente virgen bien merecen haber sido declaradas Refugio de Fauna Salvaje hace ya 13 años.

No existen carreteras que lo crucen, aunque se puede recorrer caminando desde el aparcamiento de la Masieta hasta el puente de Montfalcó. El camino excavado en la roca nos mostrará las vistas más excepcionales del lugar. Aunque no es demasiado larga, se trata de una ruta para ir falto de prisas y sobrado de valor.

En este indómito paraje se puede sentir la magia. Y el contraste. Desde los encinares de la cara norte hasta los áridos paisajes del lado sur, todo en Mont-Rebei es para disfrutar con los cinco sentidos. Si además te gusta la espeleología no puedes perderte una visita a la cercana cueva de la Colomera.

Congost de Collegats (Lérida)

El que no es un secreto en Lérida en el Congost de Collegats. Este desfiladero, cortado por el río Noguera Pallaresa, se abre paso entre las sierras de Boumort y de Peracalç. Atraviesa esta vez el extremo septentrional del Pallar Jussà para llegar al Pallars Sobirà.

El paso se abrió en el siglo XIX. Hasta entonces, la única forma de comunicación entre las dos comarcas era subir primero y bajar después. Aunque nosotros te proponemos una forma diferente de recorrer este desfiladero de 5 kilómetros de largo y paredes de más de 500 metros: el rafting.  

El descenso por el Noguera Pallaresa te permitirá disfrutar del Congost de Collegats desde una perspectiva única. Además pasarás por la Argenteria, una zona única del desfiladero donde, en invierno, las formaciones de estalactitas y estalagmitas de hielo brillan al sol como si de plata se tratase. Dicen que de este lugar sacó su inspiración Gaudi para diseñar la fachada de La Pedrera.

Por otra parte, también descubrirás la típica vegetación pre-pirenaica dominada por el pino negral y aves rapaces, entre otra fauna. En 1987 este espacio fue declarado Reserva Natural Parcial.

Desfiladero de La Yecla (Burgos)

Volvemos a Castilla y León para dirigirnos a Burgos, donde el desfiladero de La Yecla domina el impresionante paraje de las Peñas de Cervera. Aún más cortito que el desfiladero de la Hermida, esta estrecha garganta ofrece, sin embargo, un recorrido impactante. En ciertos puntos, el paso del arroyo El Cauce apenas deja un par de metros de anchura entre pared y pared.

La ruta atraviesa un túnel en la pared del desfiladero para ir a parar al mismo cauce. Merece la pena recorrerla sin prisas, observando cada detalle. Durante el paseo encontrarás puentes, pasarelas, pozas de aguas, cascadas y muchos otros rincones con encanto. Además dicen que unas 100 parejas de buitres leonados anidan en el entorno (no olvides llevarte los prismáticos).

Otro punto a tener en cuenta es que se encuentra a apenas tres kilómetros del monasterio de Santo Domingo de Silos. Y, por supuesto, la posibilidad de continuar la excursión con una visita a la Sierra de la Demanda.

Hoces del río Duratón (Segovia)

Cambiamos de provincia. En Segovia se encuentra una de las gargantas más bonitas y populares de España. Las Hoces del río Duratón, declaradas Parque Natural en 1989, forman un encajonado cañón de 100 metros de altura y vistas impresionantes.

Entre sus atractivos naturales, además del paisaje, se cuentan las cientos de parejas de buitres leonados que lo pueblan, amén de otras muchas rapaces. Pero además tiene otros reclamos; arqueológicos, como algunas cuevas de la Edad del Bronce, o arquitectónicos, como la ermita de San Frutos, del periodo románico.

Como en otros desfiladeros de España existen varias rutas para conocerlo. Por dar un par de opciones de distinta longitud, podríamos mencionar la Senda Larga, de 12 kilómetros, y la Senda Circular de los Dos Ríos, de unos 5. No obstante, si andar no es lo tuyo, te proponemos realizar un paseo en globo por Segovia desde donde podrás obtener una perspectiva única de la ciudad y del impresionante cañón.

Hoz de Beteta (Cuenca)

En plena Serranía de Cuenca, bajo el nombre del Parque Natural Hoz de Beteta y Sumidero de Mata Asnos, se encuentra este impresionante espacio protegido de casi 8 kilómetros de acantilados.

El río Guadiela es el arquitecto que da forma a estas paredes rocosas de más de 80 metros de altitud. Una vez más pueden hacerse varias rutas. Incluso si no quieres recorrerla entera, puedes realizar la senda del Paseo Botánico, de unos dos kilómetros, que te permitirá conocer algunos de sus principales atractivos.

Encontrarás cuevas, meandros y cascadas; y si vas en verano, algunas pozas en las que bañarte, cosa que se agradece. En cuanto a flora, los tilares, tejos y avellanos son los que predominan.

Los más osados (y sobre todo si no tienen vértigo) pueden continuar la excursión en la cercana Hoz de Tragavivos. Paralelo al río Guadiela, discurre el canal de agua por el que se transita, con un bordillo de apenas 40 centímetros de ancho. Sin duda, solo para experimentados montañeros y muy seguros de sí mismos.

Desfiladero de los Gaitanes (Málaga)

Por su dificultad también era conocido el sendero que transitaba por el desfiladero de los Gaitanes, en Málaga. Construido a principios del siglo XX por la Sociedad Hidroeléctrica del Chorro e inaugurado por el rey Alfonso XIII, el Caminito del Rey (como se le conoció) se convirtió para muchos en el sendero más peligroso del mundo.

Hoy por fortuna, todo eso ha quedado atrás. Desde su reapertura en el año 2015 tras haber sido restaurado, este sendero se ha convertido en uno de los más visitados de España, ya sin ningún tipo de peligro.

No es para menos. Siete kilómetros de pasarelas sobre paredes de hasta 700 metros de altura, el angosto cañón que en ocasiones solo tiene 10 metros de ancho… Todo ello hace que la visita sea sobrecogedora y fascinante a la vez.

Debes tener en cuenta que el acceso está muy controlado y las entradas vuelan. Por lo que, la mejor idea para asegúrate de disfrutar del senderismo en el Caminito del Rey es contratar tu actividad con antelación 😉

Cañón de las Buitreas (Málaga)

También en Málaga – last but not least – se encuentra el Cañón de las Buitreras. Este antiguo desfiladero (tiene unos 200 millones de años) recorre la Serranía de Ronda con el río Guadiaro a sus pies. Está declarado Monumento Natural y, junto con el Caminito del Rey, su senda es sin duda uno de los top del senderismo en la provincia andaluza.

Sus 15 kilómetros de longitud no son aptos para todos. Pero al menos, siempre puedes disfrutar de las espléndidas vistas desde el Puente de los Alemanes, a unos 60 metros de altura. La belleza del cauce, lleno de oquedades, laberintos y cascadas, se ve acompañada por la flora del lugar, que incluye sabinas, lentiscos y hasta exóticas palmeras.

Además la fauna acompaña. Como es habitual en este tipo de geografía (ya lo habrás notado) pueden verse varias parejas de buitre leonado. Una vez más, recuerda los prismáticos.

Como ves los desfiladeros de España son muchos y variados. Igual que las opciones disponibles para conocerlos, ya sea por tierra, agua o aire. Aquí te presentamos una muestra pero, teniendo en cuenta los ríos que atraviesan nuestra geografía, puedes encontrar muchos más. No lo pienses más y lánzate a explorarlos. Solo tú pones los límites.

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