Barranquismo en la Sierra de Guara: 8+1 descensos de infarto
La Sierra de Guara, maravilla de la naturaleza esculpida por el tiempo, es un laberinto de barrancos, cañones y cuevas de formas imposibles por donde el agua discurre a su antojo. No sólo ella, también el hombre se mueve por este enclave de Huesca como pez en su elemento, al ser el descenso de cañones la aventura estrella del lugar.
Atardecer en la Sierra de Guara desde el Salto del Roldán
Ingleses y holandeses fueron los primeros en descubrir sus posibilidades. Ya ha pasado tiempo desde que verlos pasear por allí en bañador causaba sorpresa. Hoy en día, los cientos de barrancos del Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara (como en realidad se llama) ya no son un secreto para nadie y han hecho de este lugar uno de los mejores del mundo para la práctica de las actividades de aventura. Entre las que destaca el barranquismo.
Los amantes de la nieve en Huesca, viajan a los Pirineos aragoneses. Si tú eres amante de los ríos, no puedes descartar una visita a la Sierra de Guara. Enfúndate el neopreno y toma nota de los descensos que te presento a continuación.
1. Cañón del Vero: origen del barranquismo
Probablemente, el barranco más popular de la Sierra de Guara.
Ya en los años 60 multitud de aventureros llegados de todas partes de Europa realizaban este descenso, dando lugar al inicio de esta práctica deportiva en España. Se trata de un recorrido largo (puede llevarte hasta 6 horas), con mucho caudal en determinadas épocas del año y que carece de rápeles. Puede ser hecho por barranquistas sin experiencia, aunque conviene tener buena forma física.
La aproximación se realiza desde Alquézar, pueblo dedicado casi íntegramente al turismo activo. Suele ser aconsejable llevar dos coches para dejar uno en el aparcamiento de este pueblo (final del descenso) y llegar con el otro hasta Colungo. El segundo coche se deja en el aparcamiento que hay 13 kilómetros después de Colungo, desde donde sale la pista hasta el inicio.
Alquézar y su entorno
La primera parte es bastante abierta. Pasarás a la derecha del Tozal de Mallata, un conjunto de oquedades abiertas en los acantilados que cobijan un buen número de pinturas rupestres. Si tienes oportunidad, no dudes en pasar otro día por la zona para verlas de cerca.
Ahora sigue adelante, pues comienza la parte más angosta del barranco, donde te encontrarás con 4 caos de roca diferentes. En el descenso de barrancos, se conoce por caos a las acumulaciones de rocas procedentes de desprendimientos que dan lugar a cuevas, saltos, cascadas y toboganes naturales.
Si llevas cámara de fotos, no podrás evitar sacarla en esta parte del descenso para obtener imágenes de las espectaculares formaciones. En ocasiones, te verás inmerso en un auténtico laberinto; lo que me lleva a darte un último consejo: no te aventures en este cañón sin la compañía de un guía que lo conozca bien.
2. Barranco de Mascún: la niña bonita
Si alguna vez has visto una foto de barranquismo en Guara, posiblemente sea de este cañón. Pues, cuando lleva agua, sus imágenes son incomparables.
Hermosas vistas desde el barranco de Mascún © Oriol Closas Sallent
Sin embargo, este barranco no es de los más concurridos, pues se trata de uno de los más exigentes y técnicos del lugar. La aproximación, además, es larga. Hacen falta 2 horas y media de recorrido por el valle de Rodellar para llegar hasta el inicio.
Para acceder, tienes que descender hacia el barranco de la Virgen y cruzar el río Mascún. Después, seguir por el barranco de Andrebot y, a la altura de la característica formación de La Ciudadela, coger el camino a la izquierda que lleva hasta el pueblo abandonado de Otín. Tras unos cuantos pasos más, deberás coger una senda a la derecha que llega al punto de inicio.
La Ciudadela © Neus
El descenso en sí puede llevarte unas 6 horas y es espectacular. Durante el mismo encontrarás saltos, rápeles (el más alto de 20 metros) y un paisaje impresionante. Al pasar por la zona de Otín, los juegos de luces y sombras te harán sentir que atraviesas un espacio de ensueño. Para disfrutarlo en todo su apogeo, lo ideal es hacer el descenso en primavera o a principios del verano.
En definitiva, uno de los mejores descensos de Europa, aunque aconsejable solo si tienes experiencia.
Disfrutando del cañón
3. Barranco de Formiga: el ejemplo perfecto
El Formiga es uno de los cañones más transitados de Huesca. Un verdadero clásico del barranquismo en Guara que además resulta perfecto si quieres iniciarte. En él se reúnen todos los componentes posibles de un descenso, como saltos, rápeles, toboganes naturales y sifones. Y todo ello muy accesible.
La aproximación también es fácil. A unos 2 kilómetros de pueblo de Panzano, en dirección a Bierge, encontrarás una curva a la izquierda que atraviesa el río Formiga. Justo allí hay un parking donde puedes dejar el coche. Después solo hay que seguir andando por la senda de la ribera izquierda del río hasta llegar al pasamano final que te deja directamente en el primer rápel, de apenas 4 metros.
Diversión asegurada
El descenso es corto pero muy divertido. Después de pasar ese primer rápel, hay que ponerse los neoprenos, pues el resto del trayecto es fundamentalmente acuático. Irás pasando saltos, toboganes y algún rápel, el mayor de los cuales no llega a los 8 metros. Pero si no te atreves con todo, también cuenta con algunos escapes.
Este paraje es un resumen perfecto del barranquismo y una apuesta segura para pasar un buen día.
4. Cañón de La Peonera: diversión en el agua
Es el parque acuático de la Sierra de Guara. Se trata de un descenso espectacular que finaliza en la presa de Bierge, en el término municipal del mismo nombre.
Aunque el acceso es complicado, el barranco sin duda merece la pena. Te esperan casi 4 horas de juegos continuos, saltos a pozas de color esmeralda, toboganes impresionantes y hermosas galerías. Al no haber rápeles ni siquiera es necesaria la cuerda.
Una de las pozas de La Peonera
El descenso puede dividirse en dos tramos bien diferenciados: los estrechos de Fornazos y los estrechos del Puntillo. La primera parte es, quizá, la más bonita, con muchos resaltes que te harán sacar al niño que llevas dentro.
A medio camino, tras pasar la Fuente de Tamara, se debe salir del río y caminar un rato por la orilla hasta llegar a la segunda parte. En ella encontrarás algunos de los saltos más altos del barranco, aunque no son obligados. La sorpresa final es un salto de 8 metros sobre la presa de Bierge, una inigualable forma de despedirte del río.
La presa de Bierge
Este descenso es fundamental para el verano, debido a lo acuático que es. Infórmate bien antes de ir, pues en función del caudal puede resultar peligroso.
Si quieres completar tu aventura con una actividad diferente, en Bierge podrás alquilar un kit de vía ferrata para realizar alguna de las múltiples vías de alrededor.
5. Barranco de Palomeras: corto pero intenso
Un buen perfumista sabe que los frascos pequeños guardan las mejores esencias. Del mismo modo, un buen barranquista nunca desdeña un barranco solo porque sea corto.
Hecha esta afirmación, no debe extrañarte que el cañón de Palomeras, el hermano pequeño de los barrancos de Guara, merezca un puesto en nuestra lista.
Acorde con la duración del descenso (aproximadamente una hora) la aproximación también es corta. Circula por la carretera que enlaza Arcusa a Colungo. Tienes que llegar hasta el puente en el que se anuncia Barranco de la Palomera (kilómetro 26) y dejar el vehículo en la explanada. Desde el mismo punto sale un camino que da acceso al cañón en 5 minutos.
El angosto cañón de Palomeras
El descenso es relativamente estrecho y especialmente bonito si lleva el caudal suficiente. Por ello conviene hacerlo en primavera o después de lluvias. Hay que realizar 3 rápeles, de entre 5 y 7 metros, intercalados con zonas inundadas. Ninguno de ellos entraña demasiada dificultad, por lo que es un buen descenso para iniciarse.
La aventura termina en el punto donde este barranco se une al cañón del Fornocal, nuevamente bajo un puente.
6. Barranco de Portiacha: rápeles de altura
Espectacular es un adjetivo que se queda pequeño para hablar del barranco de Portiacha.
La ausencia de agua no echa atrás a los amantes de los rápeles, que buscan aquí retos a su altura por las dos bóvedas de 30 metros de alto que hay que descender en este cañón.
El acceso, una vez más, se realiza por la carretera que une Colungo con Arcusa. A unos 10 kilómetros de Colungo encontrarás el aparcamiento que indica el barranco de Portiacha (no confundir con el del barranco del Vero, situado 3 kilómetros por delante). Desde allí sólo tendrás que andar 5 minutos para llegar al inicio.
Impresionante chimenea
Te encontrarás con una espectacular grieta que se adentra en las profundidades de la Tierra. El primer rápel, de 30 metros, te avisa de lo que se avecina después. Un descenso entre estrechos pasillos y pequeños resaltes para llegar al apoteósico final: la gran fisura que se pierde en la inmensidad del río Vero y que debes superar mediante un rápel de nada menos que 35 metros.
¿Quién dijo miedo?
7. Oscuros de Balcés: corto, fácil y espléndido
Así podría definirse el barranco de los Oscuros de Balcés.
Si eres de los que antepone el entorno al desafío, este es tu descenso. Tanto los parajes próximos como el propio barranco son lugares de espectacular belleza. Un estrecho valle donde el protagonismo lo adquiere la naturaleza.
El acceso se realiza por la carretera que une Bierge con Rodellar. Tras pasar el barranco de Fondo te encontrarás con una pista a la derecha que debes seguir durante 2 kilómetros y aparcar antes de la valla.
Espectacular paisaje en torno a Rodellar
Después hay que continuar a pie. A los 5 minutos verás una senda que sale a la derecha. Caminarás por ella durante 10 minutos hasta llegar al valle del río Isuala y, después, solo tendrás que bajar. El paisaje espectacular y la posibilidad de ver volar buitres cerca hacen que la caminata merezca la pena.
El descenso empieza con un gran caos de piedras que da lugar al primer rápel. Si no hay mucha agua, puede evitarse con un tobogán por la izquierda. Después, un rápel sobre una cascada de 7 metros te lleva al estrecho pasillo y, para terminar, un conjunto de pequeños saltos.
Estrechos pasillo de roca
En total, 2 horas de diversión en un entorno magnífico.
8. Barranco de Basender: entre vestigios rupestres
El barranco del Basender, afluente del cañón del Vero, es posiblemente uno de los mejores lugares para aprender la técnica del rápel.
Se trata de un cañón completamente seco cuyo recorrido está formado por una sucesión de diferentes rápeles, ninguno de los cuales supera los 15 metros. Al no llevar agua, permite realizarlo durante todo el año y es una alternativa perfecta para los días más fríos o cuando los otros barrancos tienen demasiado caudal.
La aproximación se realiza desde Lecina. En la plaza del pueblo, tienes que coger la ruta que lleva a las pinturas rupestres de Barfaluy y que pasa por la fuente medieval de Fuendiós. Tras unos 15 minutos de caminata, el camino baja hasta un cauce seco, por donde debes continuar hasta alcanzar el primer rápel.
Explorando un mundo diferente © Oriol Closas Sallent
Descendiendo por la multitud de toboganes de este barranco y recorriendo sus curiosos recovecos, puedes hacerte una idea de la fuerza con la que el agua bajaba por allí en otro tiempo.
Para volver, te propongo una alternativa de lujo: el camino de Las Escaleretas.
Una vez que llegues al cañón del Vero tienes que coger la senda que va por su margen pero, en vez de cruzarlo, dirigirte hacia la pared de la derecha. Allí empieza Las Escaleretas, un antiguo camino que usaba la gente de la zona para abandonar los huertos que tenían en las orillas del Vero cuando el caudal crecía. Pasarás por cornisas naturales, ventanas de piedra e, incluso, pinturas rupestres hasta llegar al camino que va de Lecina a Barfaluy.
Pinturas rupestres de la Sierra de Guara
El broche de oro a una jornada inigualable.
Extra. Gorgas Negras: el tipo duro de Guara
Si nunca has hecho un descenso, puedes dejar de leer aquí.
En cambio, si te consideras un experto en el mundo del barranquismo, el cañón de Gorgas Negras es tu oportunidad para demostrar de lo que eres capaz.
La longitud del recorrido, el terreno irregular, el agua fría… Todo hace de él un cañón realmente duro, solo apto para personas con muy buena condición física.
El entorno, eso sí, es magnífico. Ya en la aproximación (que puede alargarse unas 3 horas) pasarás por lugares emblemáticos de la Sierra de Guara. Como el pueblo abandonado de Nasarre con su hermosa iglesia románica o el dolmen de Losa Mora.
Gorgas Negras: sencillamente impresionante © Oriol Closas Sallent
El descenso también es espectacular, muy acuático, con numerosos rápeles y saltos a pozas de agua fría (asegúrate de llevar un buen neopreno). En total, el recorrido es de unos 5 kilómetros, aunque puedes alargarlo si decides combinarlo con el barranco de Barrasil.
La prudencia siempre es necesaria, pero en este caso se hace aún más imprescindible. Debes ser muy consciente de tu capacidad física antes de decidirte a hacer este descenso. Además, contratar a un guía profesional, que conozca el terreno y te acompañe en el descenso, es siempre un plus.
¿Preparado para la aventura?
Si quieres seguir descubriendo el resto de barrancos que te esperan en Huesca, no te pierdas este viaje de barranquismo por el Pirineo aragonés. Cuatro días disfrutando de tu auténtica pasión.
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Subir es un verbo sobrevalorado. Nadie quiere ser becario de por vida, pero está por ver que el director duerma mejor que el mozo de almacén. Está por ver también que trepar sea mejor que descender. Sobre todo si el descenso se lleva a cabo por los ríos de este sistema montañoso de Huesca. Descender por ellos es a la vez una experiencia y una lección de vida, pues enseña que a veces las cimas no están en lo más alto.
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Para los que estamos en la zona centro. Un barranco acuático con caudal constante todo el verano es el de ventano del diablo, en el río jucar a su paso por villalba de la sierra.
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