Un viaje por el tiempo de Ávila a Extremadura: Sierra de Gredos, Parque Nacional de Monfragüe y Mérida

Bea Palop
Bea Palop

Si por el título piensas que en Nattule hemos creado una máquina del tiempo, siento comunicarte que, aunque estamos en ello, aún es imposible. Pero no todo está perdido, hay maneras de viajar al pasado sin necesidad de la TARDIS del Doctor Who. 

Desde épocas glaciares, la geografía de España se ha ido transformando de tal manera, que a día de hoy podemos disfrutar de paisajes tan impresionantes y rebosantes de naturaleza como la Sierra de Gredos (Ávila) y el Parque Nacional de Monfragüe (Extremadura), y paisajes que te trasladan a otro tiempo como la ciudad romana de Mérida (Extremadura).

Tres lugares que te enamoraran, cada una con sus propios encantos y paisajes. Desde aquí, recomendamos que prepares bien tu cámara porque no querrás olvidar ni una sola imagen de este viaje.

SIERRA DE GREDOS 

Al sur de Ávila, la naturaleza le regaló a la provincia un impresionante relieve geográfico de sierra en la que la mayoría de sus cumbres se encuentran entre los 2.300 – 2.500 metros. Así que no es de extrañar que el pico más alto de la Comunidad Autónoma de Castilla y León y del Sistema Central se encuentre, precisamente, en esta Sierra: el Almanzor (2.592 metros de altura). 

Como curiosidad, existe una leyenda sobre el nombre de esta maravillosa montaña. Almanzor (Al-Mansur) es el nombre castellanizado de un guerrero famoso musulmán del siglo X que no perdió ninguna batalla contra los católicos. Al volver de una batalla, se fue a descansar al Circo de Gredos, situado justo delante de este pico. En aquella época había un mito sobre esa montaña que decía que de allí salían unos sonidos extraordinarios procedentes del agua que transcurre entre sus rocas. Como el guerrero no las oía, los pastores por miedo a que reaccionara mal, dijeron su nombre en alto haciendo eco en la montaña. Y él quedó tan fascinado que decidió que esa montaña llevaría su nombre (si la leyenda es verdad, desde luego, esos pastores merecen un aplauso).

De forma general, la Sierra de Gredos es una sierra que cuenta con un paisaje de norte a sur muy diferentes, por no decir opuestos. En su cara norte se encuentra un paisaje de cordillera muy montañoso y rocoso, decorado en gris y blanco cuando cae el invierno. El famoso filósofo Miguel de Unamuno lo describió como el “Corazón pétreo de España”, y basta una sola imagen para darle toda la razón. 

Por esta zona también pasa el cauce del río Tormes, que nace en el término municipal de Navarredonda de Gredos, y aparece como una estela de agua cristalina e infunde de vida y movimiento al paisaje. Justo en frente de su nacimiento, se ubica el parador de Gredos que fue el primero en inaugurarse en España (1928). Una buena sesión de fotos allí es necesaria.

En esta parte norte de la sierra, se encuentra uno de los enclaves más hermosos e importantes del Parque Regional de la Sierra de Gredos; el Circo de Gredos. Se trata de un circo glaciar, que tiene a su este el pico del Almanzor. Y a su noroeste, en la parte más baja de este circo glaciar, se encuentra el Lago grande de Gredos, otra de las joyas de la Sierra. Por supuesto, no podemos olvidar la fauna que en este Parque Regional habita como la cabra montés, la salamandra del almanzor o el sapo común de Gredos; todos endémicos del Parque.

En cambio, si vamos hacia el sur de la Sierra, descubrimos unos terrenos llenos de laderas y frondosa vegetación. Allí se encuentra el valle del Tiétar, lugar que se encuentra a menos altitud y es un descanso de tanta montaña. El río que da nombre al valle, nace en Rozas de Puerto Real y desemboca en el río Tajo, justo en nuestra siguiente parada; el Parque Nacional de Monfragüe. 

PARQUE NACIONAL DE MONFRAGÜE

Como bien dice Turismo Extremadura en su página oficial sobre el Parque: ‘El Parque Nacional de Monfragüe es un punto de referencia obligada, tanto de la ornitología como de la flora mediterránea’. Y la afirmación no se queda corta. En este Parque se encuentra la mejor muestra de bosque y matorral mediterráneo del mundo. Es el paisaje ibérico por excelencia y por eso es posible que habiten en él una fauna y flora tan variada. 

Desde 1979 fue declarado como Parque Natural, en 1988 como Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA), en 2003 Reserva Mundial de la Biosfera por la UNESCO y el más reciente, en 2007 fue declarado Parque Nacional. La belleza de este Parque no solo reside en el paisaje, sino en la propia fauna, en especial las aves rapaces que pueden verse de forma bastante fácil sobrevolando el cielo durante tu visita como buitres leonados, buitres negros o águilas imperiales entre muchas más aves. Y si eres amante de las aves, la Feria Internacional de Turismo Ornitológico (FIO), que se celebra siempre a finales de febrero en Villarreal de San Carlos dentro del Parque, es una feria indispensable para ti.

El sitio más visitado por los turistas es el Salto del Gitano, a los pies del río Tajo. Un espacio perfecto para avistar el buitre leonado, que además, también cuenta con leyenda propia. Ya sabéis lo que nos gusta una buena leyenda. Imaginaos, un bandolero, el más valiente y temido del lugar, se escondía entre sus rocas. Hasta que un día, cuando era perseguido por la Guardia Civil, saltó desde el extremo del otro lado del río hacia la roca más alta de enfrente, cruzando de un solo salto el río Tajo. Tal fue el impacto de uno de los guardias que se quedó de piedra y lo podemos observar mirando hacia el Salto del Gitano. De ahí el nombre tan literal.

Luego, si os apetece ver un paisaje más frondoso y lleno de vegetación, la Dehesa es una zona que tienes que visitar. Esta se encuentra en la Reserva de la Biosfera del Parque, y en ella podrás ver caballos, toros, cabras y el endémico del país; el cerdo ibérico. Una de las cosas más bonitas y a apreciar de esta Dehesa, es el color rojizo de los alcornoques tras su descorche cuando atardece. La imagen que envuelve todo el lugar parece salido de un cuento.

Pero para lugares de cuento, tenemos Mérida. Nuestra última parada en este viaje por el tiempo, que hemos contemplado a través de la naturaleza, para ahora, contemplarlo desde los vestigios de la ciudad romana de Mérida.

MÉRIDA

Nada más llegar a Mérida (o Augusta Emerita) te preguntas si te has pasado de kilómetros y has acabado en Italia, o si te encuentras haciendo un circuito por Europa con parada en Roma. Eso es porque allá donde mires hay algún resto de la antiguo imperio romano recordándote que los cimientos de aquel entonces no tienen ni punto de comparación con los que usamos ahora. Es probable que tu edificio de aquí a 400 años ya no este, pero el Teatro Romano de Mérida del siglo 16-15 a.c. siga en pie.

Pero no solo verás aquí rastros del imperio romano, sino que también verás monumentos de la cultura visigoda, árabe y cristiana que siguen con nosotros hasta llegar a los edificios modernos que conocemos hoy en día. Si lo anterior que hemos visto en la naturaleza ha sido un viaje por el tiempo antes de que el hombre pusiera su primera piedra; la ciudad de Mérida te recuerda los muchos visitantes que aportaron su granito de arena a la Península. 

Hay mucho que ver en Mérida si te encanta la historia y la arquitectura: el ya mencionado Teatro Romano, el Anfiteatro, el Acueducto de los Milagros, el Circo Romano, el Templo de Diana, la Alcazaba Árabe, el Puente Romano, el Arco de Trajano o la Casa del Mitreo son solo algunos de los ejemplos que podrás ir viendo a medida que vayas moviéndote por la ciudad. Con esta información, no es ninguna sorpresa que la capital extremeña sea Patrimonio de la Humanidad, ¿verdad?

De todos lo monumentos a observar en la ciudad, hay dos imprescindibles que hay que ver antes de salir de la ciudad, ya sea por su grandeza o por su fama: el Teatro Romano y el Anfiteatro.

El Teatro Romano es uno de los edificios mejor conservados de la Mérida, y uno de los más espectaculares. Se construyó entre el año 16 o 15 a.c. patrocinado por el cónsul de Marco Vipsanio Agripa. Tenía la capacidad de contener 6.000 espectadores en sus gradas. El aspecto en general muestra la grandeza de la que se sentían orgullosos los romanos. Allí se representaban algunas escenas del estilo de vida típico romano.

Pero para los espectadores, la auténtica diversión venía del Anfiteatro o del Circo. Un espectáculo no era un buen espectáculo si no había sangre de por medio. ‘Están locos estos romanos’ imagino decir a Obélix como tantas veces lo hacía en sus cómics. El Anfiteatro se construyó en el año 8 a.c., y actualmente es el lugar más visitado por los turistas. Aquí es donde transcurrían las feroces batallas entre gladiadores, entre animales e incluso se hacía representaciones de guerras antiguas.

Ambas, sino todas, merecen ser visitadas con un guía profesional para no perder ningún detalle de lo que tus ojos van viendo. Cada rincón guarda una historia, y Mérida guarda muchas y de distintas épocas. ¿Te gustaría descubrirlas?

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