6 vistas impactantes desde los acantilados de Moher

Alber Moya
Alber Moya

Sientes vértigo cuando no llegas a fin de mes. Cuando miras el mundo desde los acantilados de Moher lo que sientes es felicidad.

Irlanda tiene muchas cosas de las que enorgullecerse (su café es bueno y Bono es magnífico), pero ninguna tan bella.

Para ser justos, Moher es una sinfonía de U2 en la que el mar toca el bajo.

Ante Moher uno se siente importante. No es de extrañar que sea uno de los destinos de ecoturismo preferidos de Irlanda desde el siglo XVIII. Y eso que, entonces, llegar no era tarea fácil. Hoy, sí lo es.

Los acantilados están a apenas 3 horas de Dublín, a una hora y cuarto de Galway, a 10 minutos de Doolin, a 45 minutos de Ennis, a un cuarto de hora de Lahinch y a un suspiro, 5 minutos, de Liscannor.

Vistas espectaculares desde los Acantilados de Moher

Una vez en ellos te sugerimos seis posibilidades para disfrutar de las vistas:

1. Puesta de Sol

Mejor verla en compañía, pero, si no es así, él o ella se lo pierden. Comienza en torno a las 18:30 en marzo, antes del cambio de horario.

Es aconsejable contemplarla desde el punto central donde sirve de asiento una enorme roca plana. Está prohibido acceder a ella, pero bueno… Desde allí la puesta es increíble.

Si has estado en la isla de Skye, esta puesta de sol te recordará a la vivida desde los acantilados de Nest Point, uno de los top-ten que ver en Escocia.

2. Hogar del Frailecillo

Como los acantilados son Zona de Especial Protección para las Aves, en ellos se cobija la mayor colonia de aves marinas de Irlanda (20 especies diferentes, con 30.000 parejas reproductoras).

A 10 minutos a pie desde el centro de visitantes observarás a la multitud de frailecillos, los payasos de los océanos, que anidan en Goat Island cada primavera y retornan a finales de julio.

Frailecillos © Luis David Fernández

Tendrás que madrugar para verlos porque su jornada laboral termina a primera hora de la mañana, después de haber pasado toda la noche en altamar. Listos ellos, ya que evitan a depredadores y ladrones alados que les puedan robar su preciado botín.

A la caída de la tarde es también otra buena ocasión para observar a los frailecillos. Es a esa hora cuando comienzan sus expediciones de pesca. Es un espectáculo ver a miles de ellos abandonar al unísono sus guaridas excavadas en la roca y perderse en el horizonte atlántico.

También es el hogar de otras aves como los fulmares, que se localizan en las cornisas superiores de los acantilados, las gaviotas tridáctilas, los halcones peregrinos, debajo de la torre de O’Brien, y las chovas piquirrojas.

Algunas de estas aves marinas las podrás ver durante esta actividad de navegación y fotografía de fauna marina en Alicante.

3. Islas de Aran, Bahía de Galway, Twelve Pins y Montañas Maum Turk en Connemara

A un cuarto de hora escaso del centro de visitantes, en dirección norte, se encuentra la torre de O’Brien, construida en 1835 por Cornelius O’Brien.

Desde allí puedes disfrutar de la vista de 5 condados si el día está despejado. Justo enfrente vislumbras las islas de Aran (Inis Mór, Inis Meáin y Inis Oírr), las Twelve Pins y la bahía de Galway.

También verás el pilar costero, An Branán Mór, donde anidan los araos aliblancos y las alcas tordas en la roca plana al pie de este pilar.

4. Olas y cetáceos

La ola más grande de Irlanda, conocida como Aileen’s entre los aficionados al surf, está en la base de los acantilados, en Aill na Searrach, debajo de la torre de O’Brien.

No tiene aún el estatus cinematográfico de Julia Roberts, pero ha hecho un cameo en las películas de temática surfera Sea Fever y Wave Riders.

Si quieres ir entrenando para conocer a Aileen’s en tu próximo viaje a Irlanda, puedes empezar por apuntarte a estos cursos de surf en San Vicente de la Barquera.

Desde aquí, si estás atento y la fauna colabora, podrás ver delfines o focas, e incluso, algún tiburón peregrino, una ballena minke o una ballena jorobada.

Otro estupendo lugar para ver cetáceos en Europa son las isla Azores. Descúbrelo con esta actividad de observación de cetáceos en Portugal.

5. Loop Head al Sur

Loop Head es la alternativa menos popular y concurrida de la ruta de los acantilados de Moher, quizás porque este indómito rincón de Irlanda puede poner a prueba al más intrépido de los visitantes.

La carretera discurre literalmente por el mismo filo del precipicio hasta llegar a los acantilados.

Un paseo por el puente natural de Ross y una visita a los faros de Kilbaha y del cabo de Loop Head es algo que no puedes pasar por alto. Las vistas son asombrosas.

El Atlántico más salvaje bajo tus pies, el delta del río Shannon a tus espaldas y un trasiego continuo de aves marinas alrededor de estos farallones lo convierten en uno de los lugares más singulares de Irlanda.

6. Playa

En el lateral derecho de la torre de O’Brien hay un sendero desde el que divisas una playa, producto de la erosión del acantilado producida por el impacto de las olas en esta zona.

Ten cuidado porque este lugar está fuera de la zona de protección del centro y en algunas laderas se producen desprendimientos.

Esto es porque los acantilados son la feliz consecuencia de un asentamiento del barro y arena que aportaba un río que desembocaba en este punto hace unos 320 millones de años.

Todo esto te lo explicarán en el centro de visitantes, integrado totalmente en el paisaje y punto neurálgico para los visitantes. Tiene una estructura en forma de cueva que minimiza su impacto visual. El techo, cubierto de césped, cubre la ladera donde se encuentra.

¿A cuántas horas está de donde tú estás? No importa. Estés donde estés, ven, porque los acantilados, la atracción natural más visitada de Irlanda, tienen la fama que merecen.

En los acantilados de Moher, como te dejes llevar, aleteas. Visitarlos es lo más parecido a volar sin despegar los pies de la tierra. Que tengas un buen vuelo.

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