La leyenda del Xocomil en el lago Atitlán en Guatemala

Antonio Mudarra
Antonio Mudarra

¿Has oído hablar alguna vez de la leyendo del Xocomil? Si viajas a Guatemala podrás escuchar muchas historias. En la región de Sololá, esta leyenda es todo un misterio que gira alrededor de uno de los lagos más bonitos del mundo, el Lago Atitlán.

Los encantos del Lago Atitlán

El Lago Atitlán se localiza en el interior de Guatemala, en San Juan la Laguna. Si hay algo por lo que destaca es por su belleza y por situarse rodeado de 3 impresionantes volcanes, conocidos como “Los Tres Gigantes”: Atitlán, Tolimán y San Pedro La Laguna.

Otros de sus encantos son sus frondosos bosques y el hecho de ser el lago más profundo de Centroamérica. Podrás conocerlo en nuestro tour por Centroamérica.

Actualmente, es uno de los reclamos turísticos por excelencia y se ha coronado como un lugar mágico con una peculiar leyenda que se ha mantenido en el tiempo y que explica cómo se originó el lago. ¿Quieres conocerla?

La leyenda del Xocomil

En tiempos ancestrales, en el territorio de la actual Guatemala se hablaba el idioma “kaqchikel”. Traducido a este peculiar lenguaje, Xocomil viene a decirnos que el “pescado de las orillas del lago Atitlán es recogido por el viento”.

Según la leyenda, antes de que existiera el Lago de Atitlán, había 3 caudalosos ríos que se unían entre sí justo en el centro de “Los Tres Gigantes”. Un idílico lugar de gran belleza para la suerte de los aldeanos que habitaban en el lugar.

Cada mañana, la hija del cacique de la región venía hasta este punto para darse un baño en el río, mientras disfrutaba del maravilloso paisaje. Su nombre era Citlatzin que traducido a nuestro idioma significa Estrellita. Citlatzin era conocida en toda la región por su gran belleza y por su dulce voz al cantar. Tan bonita era su voz que los ríos estaban locamente enamorados de ella. Todos días, los ríos esperaban ansiosos poder escucharla.

A Citlatzin no le faltaban pretendientes y estaba prometida con el hijo de otro cacique importante. Sin embargo, el amor lo encontró en un plebeyo, Tzilmiztli. Era un amor imposible ya que en aquella época los nobles y los plebeyos tenían totalmente prohibido tener algún tipo de relación. Aún así, el amor de ambos estaba por encima de todo.

Cada día, los dos amantes se daban un baño en las cristalinas aguas de los ríos. Con el tiempo, Citlatzin dejó de cantar. Los ríos, muy preocupados, preguntaron al viento cuál era el motivo del repentino silencio de Citlatzin. Este le contó sobre su relación con Tzilmiztli y los vientos se llenaron de furia.

Sus celos hicieron que los ríos acordaran con el viento que cuando Tzilmiztli se introdujera en el agua, el viento lo empujara hacia lo más profundo de las aguas hasta que el joven se ahogara. Querían deshacerse de él.
Cuando la joven noble vió lo que estaba sucediendo no se lo pensó y entró a las aguas para morir junto a su amado. Cuando los ríos se dieron cuenta de lo ocurrido se enfurecieron aún más y formaron unas corrientes por toda la región que dieron lugar al lago de Atitlán. El viento que hoy en día sigue soplando de forma habitual es símbolo de que ambos nunca olvidarán el pecado de Citlatzin.

Aunque la leyenda del Xocomil es una bonita historia de amor que explica el origen del viento del Xocomil. Lo cierto es que es un fenómeno natural resultado de la combinación de los vientos fríos y los vientos cálidos. Estos cambios de presión se desplazan muy rápido generando fuertes turbulencias sobre el lago. Al estar rodeado por montañas, el efecto es más fuerte. Esto ocurre por la tarde.

¡Ya sabes! Si tienes pensado visitarlo y quieres adentrarte en el lago, ten en cuenta el oleaje antes de aventurarte ya que puede resultar peligroso.

Aunque lo cierto es que el verdadero origen del Xocomil y el lago Atitlán nada tiene que ver con la historia que cuenta la leyenda, es un placer viajar y conocer historias tan enriquecedoras como la de la leyenda del Xocomil.

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