Historia de un Blogtrip: 4 días en el Parque Natural de las Sierras Cazorla, Segura y Las Villas
El pasado 28 de septiembre, Nattule fue invitado a un fantástico blogtrip para conocer el Parque Natural de las Sierras Cazorla, Segura y Las Villas. Y esta vez, yo fui la que tuve la suerte de descubrir las maravillas que se esconden en este magnífico parque natural junto a los bloggers Los viajes de Claudia, Andalucía explorer, Andalusia viaggio italiano y El gato en el jazmín.
Cuatro días se quedan cortos para recorrer cada rincón del rincón protegido más grande de España y el segundo de Europa, pero es perfecto para una primera toma de contacto. Belleza paisajística, naturaleza, gastronomía, cultura e historia se entremezclan en este gran parque donde a veces te preguntas si sigues en la provincia de Jaén.
Primer día
Más allá del mar de olivos en el que está inmersa la capital, cuando empiezas a ver grandes pinares y verde, sabes que ya estás dentro del Parque Natural de las Sierras Cazorla, Segura y las Villas.
Después de un viaje de casi 2 horas y media, llegamos por la tarde al pueblo de Cazorla. Un pueblo lleno de encanto, un castillo y leyendas de las que nos empapamos mientras anochecía en nuestro recorrido guiado con Gabriel de Turisnat. Un lugar donde la Tragantía y Cazorleans tienen significado, y la noche del 14 de mayo queda iluminada por candiles hechos con caparazones de caracoles para celebrar el día de San Isicio, patrón de Cazorla.
Segundo día
Bien temprano en la mañana descubrimos la importancia que ha tenido la madera, tanto para los habitantes de dentro del parque como para el resto de España, en el centro de interpretación del aserradero de Vadillo Castril. Antonio de Alma Gaia nos trasladó unos años atrás y pudimos contemplar cómo en tan poco tiempo la vida ha cambiado tanto para los que vivían allí.
Pero no es importante solo el pasado, también lo es el presente. Por eso nos acercamos hasta el centro de conservación del Quebrantahuesos con la fundación Gypaetus. Que no te asuste el nombre de este animal, pues es de las aves más respetuosas y pacientes del parque, ya que mientras otros buscan y se pelean por la carne, ellos esperan pacientemente a alimentarse solo de los huesos restantes. Unas hermosas e imponentes aves que puedes ver en el Parque Natural siempre y cuando no estén en época de cría (Ver Quebrantahuesos en Cazorla).
Continuamos nuestro camino para conocer el rincón más insólito del parque; los Campos de Hernán Perea. Pasamos de estar entre bosques frondosos de pinares, encinas y quejigos, a aparentemente una zona con escasos árboles y con solo algunas muestras de vegetación adaptadas a este entorno como piornos, espino albar y enebro común. Las vistas son simplemente espectaculares. Si nos quedamos callados podemos escuchar el eco de algún rebaño de cabras que pasta en la lejanía.
Esta es la altiplanicie más extensa del país con una altitud de entre 1.600-1.700 metros, por eso no es de extrañar que en invierno este paraje casi desértico se convierta en la Siberia particular del parque, alcanzando temperaturas a veces de -40º C. Por eso recomendamos que si se visita en invierno se vaya con expertos y se extreme la precaución, pues es fácil perderse por la zona. Hay diferentes refugios durante el recorrido, y aunque son más para pastores que para visitantes, nunca está de más conocerlos por lo que pueda pasar.
Continuamos nuestro viaje, y justo antes de llegar a nuestro destino en Don Domingo pudimos conocer el Pino Galapán, el pino salgareño más alto de todo el parque con 39 metros de altura y más de 400 años de edad. Actualmente es uno de los candidatos a “Árbol del año en España 2018”.
Después del encuentro con el Pino Galapán llegamos al municipio de Don Domingo, lugar donde se encuentra el primer Paraje Starlight de España. Esto se debe a la mínima contaminación lumínica del lugar y a que reúne todas las condiciones para tener el certificado Starlight. No nos quedamos a verla de noche, pero tuvimos la oportunidad de probar la grandiosa gastronomía del lugar en el restaurante Don Domingo.
La comida se nos fue de las manos y terminamos bien entrada la tarde. Pero eso no nos impidió hacer una rápida visita a la Vega para tener una perspectiva espectacular del Valle del Segura. Desde allí tuvimos la suerte de ver con prismáticos a cabras montesas salvajes y disfrutar de un atardecer de cuento.
Finalizamos el día pensando en las estrellas, y qué mejor sitio para verlas y buscarles sentido que en el Cosmolarium del Castillo de Hornos de Segura. Además de conocer el castillo de noche, tuvimos el privilegio de ver a Saturno y a la Luna como nunca la habíamos visto antes. Aprendimos a situar a algunas estrellas como la estrella polar, a la cuarta y quinta estrella más brillante del firmamento, Vega y Arturo, y algunas nociones básicas de ubicación de planetas. Desde luego, una noche inolvidable.
Tercer día
A primera hora de la mañana nos dirigimos a la Casa Forestal El Pilarillo, en la Sierra de Segura, lugar donde se encuentra el taller artesano AyF tejedores. Los propietarios de este singular taller son Ana y Francisco, y realizan tejidos de forma artesanal únicos y de gran calidad con hilos puramente de procedencia animal o vegetal. Si tienes un regalo pendiente, uno de sus diseños puede ser la clave.
Antes de continuar nuestro camino hacia el pueblo de Segura de la Sierra, uno de los pueblos más bonitos de España, paramos en el sendero de Acebeas – Navalperal para recorrer una parte y descubrir que dentro del parque existe un rincón con un microclima fresco y húmedo que permite que acebos de gran tamaño crezcan. Es como un trozo del norte en pleno sur. Sin duda, otro de los ejemplos de contrastes y peculiaridades que puedes encontrar en el Parque Natural de las Sierras Cazorla, Segura y Las Villas.
Una vez en el pueblo, decidimos recorrer algunas de sus calles y tuvimos la suerte de poder acceder a una de las casas más antiguas del pueblo gracias a la amabilidad espontánea de su propietario, Escolástico.
Más tarde, a primera hora de la tarde, fuimos a visitar el fantástico castillo de Segura de la Sierra. Ya desde lejos es imponente, pero una vez que te acercas y te adentras a él, comienzas a sentir que viajas atrás en el tiempo.
A última hora de la tarde probamos el barco solar de El Tranco, en el embalse del Tranco. La escasez de lluvias es más notable al asomarte al embalse, pero eso no hace que la belleza paisajística merme. Además, justo estábamos en época de berrea, por lo que si se hacía el silencio se podría haber escuchado. Eso sí, con los prismáticos a mano pudimos ver algunos gamos acercarse a beber agua a la orilla del embalse.
Finalizamos este día cenando en el mismo restaurante de las instalaciones de El Tranco, y degustamos platos típicos de la zona.
Cuarto día
En nuestro último día de aventura, como no pudo ser de otra forma, decidimos ir al mirador de Félix Rodríguez de la Fuente para escuchar la berrea. Pudimos disfrutar de las impresionantes vistas que nos ofrecía el mirador con la mejor música de la naturaleza de fondo.
Tras una sesión relajante de escucha de berrea, fuimos directos a hacer algo de senderismo por un tramo del río Borosa, desde la Cerrada de Elías. Hicimos el trayecto corto por falta de tiempo, pero solo bastó un momento para enamorarme por completo de este recorrido, sus aguas turquesas y su naturaleza desbordante. La ruta completa de Cerrada de Elías-Nacimiento del Borosa-Laguna de Valdeazores es de 22 kilómetros en total, y desde luego la próxima vez caerá entera.
Al terminar la ruta, decidimos ver el centro de visitantes Torre del Vinagre, en pleno valle del Guadalquivir. Cuenta con una exposición didáctica, perfecta para los más pequeños. Y una tienda de souvenirs con productos locales y artesanales, además de una cafetería para descansar después de una jornada de senderismo.
Después de nuestra última comida, tuvimos que enfrentarnos a la dura realidad; la despedida. Pero no todas las despedidas son amargas. Sabemos que aunque es posible que no volvamos a coincidir, siempre nos quedará el recuerdo de estos cuatro días en el increíble Parque Natural de las Sierras Cazorla, Segura y Las Villas. Y quién sabe, si algo me ha enseñado este viaje es que los reencuentros tras el paso de los años pueden suceder.