Feria FIO 2018: Aves en Monfragüe y el corazón histórico de Plasencia
La 13ª edición de FIO se celebró a finales de febrero, del 23 al 25 en Villareal de San Carlos, dentro del Parque Nacional de Monfragüe. Organizada por la Junta de Extremadura, la Feria Internacional de Turismo Ornitológico se alza ya como el segundo certamen de observación de aves más importante de Europa. Y no es de extrañar.
Nattule tuvo la suerte de asistir a este gran evento para los amantes de la naturaleza y las aves. Un lugar increíble para conocer empresas especializadas y profesionales del sector con el hermoso entorno del Parque Nacional de Monfragüe de escenario.
Tras una mañana de intenso trabajo en la bolsa de contratación conociendo destinos y empresas, tanto de la comunidad como de diferentes lugares del España y Europa, pudimos disfrutar de un rato para comer y apreciar toda la feria en su conjunto, así como el Centro de Interpretación del Parque Nacional que se encuentra en Villareal de San Carlos. Stands, talleres y conferencias auguraban de nuevo el éxito de FIO de este año.
El enclave natural donde se celebra esta importante feria no está elegido al azar, ya que además de Parque Nacional, es Reserva de la Biosfera y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), por lo que es hogar de toda una selección de fauna alada que el amante del birding y la buena fotografía no se debe perder.
Por eso, fue de agradecer la visita guiada por el Parque que nos organizaron con Monfragüe Vivo. Una ruta interpretada en la que nos movíamos en coches 4×4 para recorrer en una tarde los rincones más característicos de Monfragüe.
Comenzamos la ruta avistando el impresionante Salto del Gitano. Lugar de anidamiento de un casi un centenar de buitres leonados y con el paso del río Tajo bajo ellos haciendo de separación natural entre la ave y el humano. Gracias a los telescopios y los prismáticos pudimos observar con precisión la belleza de esta ave.
Pero, curioso nombre que tiene esta zona ¿verdad? Ese nombre solo puede esconder una historia convertida en leyenda con el paso del tiempo. La de un bandolero moreno, el más bravo y temido del lugar que se ocultaba entre sus rocas, hasta que un día huyendo de la Guardia Civil saltó desde la roca del extremo contrario cruzando en un solo salto el río Tajo. Tal fue la hazaña que dejó a uno de los guardias totalmente petrificado de asombro.
Después nos dirigimos al Mirador la Malavuelta para tener una perspectiva más clara del Parque, aunque la gran sorpresa nos la dieron tres ciervos que no se asustaron de nosotros, por lo que la sesión fotográfica fue inevitable.
Disfrutamos de las vistas y nos dirigimos a una dehesa, dentro del espacio Reserva de la Biosfera del Parque, donde pastan caballos, toros, cabras y el cerdo ibérico. Con la caída del sol, pronto quedamos prendados del característico color rojizo de los alcornoques mediterráneos tras su descorche.
Aparcamos cerca de los dos alcornoques de más de 400 años para escuchar una explicación sobre el procedimiento del descorche y las curiosas diferencias entre los tapones que nos podemos encontrar en los vinos, por los cuales también se puede llegar a diferenciar cuál es un buen vino y cuál no tanto.
Por supuesto, además de estos increíbles lugares, no pudimos evitar parar de vez en cuando para avistar el buitre negro o el águila real gracias a que nuestros guías sabían por dónde suelen rondar. En definitiva, disfrutar de este magnífico Parque fue la experiencia perfecta para cerrar un día lleno de pura naturaleza extremeña.
Al día siguiente y con las pilas recargadas, nos esperaba una ruta por la mañana conociendo el corazón histórico y cultural de Plasencia a manos de Guiarte Plasencia. La primera parada fue delante del Ayuntamiento, en el Palacio Municipal en la Plaza Mayor, con el Abuelo Mayorga en la torre campanario, un autómata que da las horas a la población.
Dimos un paseo por el casco histórico de la ciudad, encontrando casas señoriales de época medieval muy bien conservadas y que siguen en uso actualmente, hasta que llegamos a la Puerta de Bezorrana para observar la Muralla de Plasencia que rodea todo este casco histórico. Una maravilla que se ha mantenido hasta nuestros días y que nos trasladan a la época de Alfonso VIII y su lucha contra la conquista de los musulmanes.
Mientras llegábamos a nuestra próxima parada, no pudimos evitar enamorarnos de algunos rincones que nos ofrecían las calles de este casco histórico.
Entonces llegamos a una de las paradas más esperadas, el Palacio del Marquesado de Mirabel. Ya desde la plaza se puede ver un edificio fortificado del siglo XV que impresiona.
Aunque el interior es lo que de verdad nos dejó maravillados. Desde el patio renacentista que nada más entrar nos da la bienvenida, a las vistas desde su torre, el salón Carlos V, el salón de Gondomar, el pequeño oratorio, el precioso Pensil creado a modo de jardín italiano, su curiosa cocina y, por último, el salón de trofeos de caza. Espacios llenos de historia que en esta visita no podían faltar.
Al finalizar la visita por el Palacio del Marquesado de Mirabel continuamos nuestra ruta a por la gigante de la ciudad, la Catedral de Plasencia. En realidad esta catedral está formada por dos catedrales solapadas, conocidas como la catedral nueva (S. XV) y la catedral vieja (S.XIII). El caso es que la vieja se hubiera derribado una vez completada la nueva, pero como nunca se terminó se acabaron quedando las dos.
Por desgracia, una vez dentro nos dijeron que solo podíamos echar fotos del claustro, por lo que varias zonas solo las podrás ver si te animas a realizar un viaje por Plasencia. Zonas como la exposición de los relicarios, el interior de la catedral vieja, el espectacular interior de la catedral nueva con sus bóvedas de 26 metros de altura, su impresionante retablo y su curiosa sillería con relieves.
Después de recorrer sus salas y apreciar todo el arte pictórico y arquitectónico que envuelve toda la catedral, nos esperaba una última parada para recobrar fuerzas antes de comer y partir a nuestros lugares de origen; una cata de cervezas artesanas en el Espacio Blomberg.
Además de darnos una excelente charla con cada una de las 5 cervezas artesanas, pudimos disfrutar de la exposición y venta de arte que decora el espacio
Más tarde, tras una deliciosa comida, llegaron las despedidas. Con deseos de reencontrarnos en la próxima feria, partimos cada uno a nuestros hogares con la cabeza todavía repasando el color del plumaje de las aves de Monfragüe y el papel de Plasencia en la historia de España.
Como suele decirse, lo bueno, si breve, dos veces bueno. Tras dos días de intenso trabajo, cultura y mucha, mucha naturaleza, nos despedimos pensando ya en el próximo año, deseando descubrir qué sorpresas nos depara la próxima edición de FIO.