La provincia que ha ganado dos batallas decisivas para la historia de España

Mibelis Ramos
Mibelis Ramos

El territorio cuenta con un importante patrimonio histórico

Actualmente, pensar en la provincia de Jaén remite a paisajes llenos de olivos (no es para menos, teniendo en cuenta que es el territorio con mayor densidad de olivares del mundo). Sin embargo, Jaén tiene, sobre todo, mucho pasado a sus espaldas, como reflejan dos circunstancias históricas de enorme envergadura: es la provincia con más castillos de nuestro país y es la provincia en la que se han desarrollado dos de las batallas más decisivas para la historia de España.

Entre ambas batallas transcurrieron más de 600 años, pero ambas resultaron igual de decisivas para expulsar al invasor:

La batalla de Navas de Tolosa es considerada el mayor conflicto militar de la Reconquista por todo lo que la rodeó: la ingente movilización de recursos humanos en ambos bandos (más de 100.000 personas en cada lado) y el impacto que tuvo para el porvenir de nuestro país. Desarrollada en el verano de 1212 en el actual municipio jienense de Santa Elena (a más de 700 metros de altitud), el bando musulmán contaba a priori con mayores capacidades militares que los reinos cristianos para vencer, pero la alianza liderada por Castilla con el Rey Alfonso VIII a frente junto al resto de territorios peninsulares y Francia (los franceses se echaron luego atrás) permitió derrotar a los árabes.

Esa victoria supuso el fin del expansionismo islámico, que había conseguido un nuevo impulso a lo largo del siglo XII de la mano de los almohades. Permanecerían durante 300 años más, hasta la caída de Granada en 1492, pero, en ningún momento, fueron capaces ya de recuperar todo el terreno perdido frente a los reinos cristianos peninsulares y se limitaron a optar por estar a la defensiva.

Bailén (1808): Al igual que la batalla de Las Navas de Tolosa, la batalla de Bailén se desarrolló también en pleno mes de julio con un duro calor que diezmó a las tropas francesas. El conflicto tuvo lugar pocos meses después de que Napoleón iniciara la invasión de España y supuso un duro revés para el emperador francés, que había logrado un gran dominio en Europa. En nuestro país se dio de bruces con una numantina resistencia que, a la postre, acabaría convirtiéndose en el inicio de su declive y derrota final.

España inicio un levantamiento que tuvo como punto de partida el dos de mayo en Madrid de ese 1808, un movimiento que se fue extendiendo a lo largo y ancho de todo el país. Eso obligó a Francia a mover ficha y trasladar al general Pierre Dupont, de gran prestigio y curtido en muchas batallas, a Andalucía para dar protección a una escuadra francesa que se hallaba en la bahía de Cádiz bajo amenaza española. Dupont partió el 23-M desde Toledo con el objetivo de llegar a Cádiz, pero no lo logró porque por el camino vio cómo los españoles fueron organizándose sobre el territorio para expulsar a los franceses (entre otras cosas, la Junta Suprema de España se creó en Sevilla el 27-M para llenar el vacío de poder y declaró la guerra a Francia el 6 de junio).

Ante tanta amenaza, el general Dupont decidió retroceder en su camino hacia Sevilla y Cádiz y regresó desde Córdoba hasta la provincia de Jaén: primero llegó a Andújar y, ya posteriormente, acabó encasillado en Bailén por las tropas españoles. Allí, Dupont tuvo que rendirse el 22 de julio, avasallado por el ejército español. El balance fue muy claro: los franceses cosecharon 10 veces más muertos que los españoles (más de 2.000 fallecidos) y una semana después iniciaron su repliegue hacia la zona norte de España. Con esa derrota, Napoleón había perdido su aura de invencible.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *